Hablar de mi hijo Mikhail me emociona mucho. Voy a traer mis recuerdos, ordenarlos y vivirlos de nuevo. Él nació por la noche de un 11 de enero de 1992, en la ciudad de Lima, en la maternidad del Hospital Loayza. El parto fue atendido por un gran amigo de la Universidad y residente de Ginecología, el doctor Ernesto Sandoval Jiménez. Yo estuve presente y nuevamente ví la escena más tierna que,considero puede verse sobre la tierra. Y es ver a una madre ofrecerle su pecho ( sus entrañas ) a su hijo. Ése día me tomé una licencia en mi profesión de abstemio y brindé por la llegada de mi segundo hijo. Recuerdo que fui a una pollería y traje 3 pollos a la brasa al hospital para invitar a todo el personal de salud de la sala de partos que estaba de guardia aquella noche. Como antes con mi primer hijo, los 2 primeros años de mi nuevo hijo me invadió una sensación de transparencia, de invisibilidad, de "noestar", de "noser", sencillamente estaba pagando nuevamente el impuesto de ser padre, y desaparecí sin chistar. ( porque han de saber que en los primeros años el padre no existe, Dios le confiere casi por escrito, poderes de representación excepcionales y plenipotenciarios a una mujer, la madre del niño y el hijo lo sabe ). Ya tenía la experiencia de mi primer hijo . Y ya no caí en el juego de que la primera palabra que pronunció "papa" era por mí. No, se refería a su comida. Si a los niños les dieran a escoger la primera palabra que deben pronunciar, esta sería, sin dudarlo, "mamá". Y yo lo veo justo y necesario porque quiero dejar constancia, como el mejor homenaje a Vicky, mi esposa, que primero que todo Vicky es MADRE. Cuando cumplió el primer año de vida Mikhail tuvo una emergencia en su salud que, gracias a Dios, se resolvió de la mejor manera. Un compañero de Universidad, Jorge Flores del Pozo, se comportó a gran altura, me ayudó y curó a mi niño. Cuando tu hijo está en peligro te das cuenta cuánto lo quieres y no debe ser así. Debemos tener la conciencia plena y total del amor a nuestros hijos en todo momento. Mi hijo ha sido el más cariñoso, cuando regresaba del trabajo venía corriendo a saludarme y se pegaba a mis piernas y les juro que nunca fuimos más felices. Y yo, que soy muy efusivo, lo alzaba y lo llenaba de adjetivos y abrazos y besos. A él lo considero mi más grande amigo y se lo he dicho. Cuando mi hijo tenía cuatro años lo llevaba al parque infantil y le enseñaba a distinguir los diferentes tipos de hojas de las plantas, a observar cómo las hojas son de otro color en el envés, le explicaba en sus palabras el milagro de la vida y de cómo debíamos respeto a las plantas porque ellas mismas se fabricaban su alimento y ,el colmo, hasta nos alimentaban. Veíamos los árboles en sus caprichosas formas y le preguntaba el porque de esas torsiones, luego le explicaba que era una forma de crecimiento, que respetaba el equilibrio para que el árbol no se caiga. En el parque infantil de Paramonga los subía a un proscenio vacío y jugaban a ser artistas junto con mi sobrina Nathy. También los llevé junto con su hermano al puerto de Supe a pescar, para ello les mandé a confeccionar unas cañas de madera. Nos divertimos para siempre. Tenemos fotos que atestiguan la alegría pero aún si no hubieran habido fotos, la prueba la llevamos grabada a fuego en el único lugar donde se torna inolvidable, en el corazón. Cuando mi hijo tenía 5 años de edad, en mi trabajo nos regalaron una beca en el INEI (Instituto Nacional de Estadística e Informática ) para estudiar computación. Yo aprendí Windows y Office y le dije a mi esposa que quería enseñarle a mi hijo lo mismo que me estaban enseñando. Mi esposa estaba incrédula e incluso argumentó que esa enseñanza iba a abrumarlo a Mikhail. Para su tranquilidad le dije que si notaba incomodidad en nuestro niño me olvidaba del asunto. Yo no tenía computadora, así que le dije a mi esposa que lo llevara a mi hijo a la Avenida Wilson a las 7 de la noche, que yo llegaría a esa hora del INEI y nos encontrábamos. Pensaba tomar en alquiler una computadora y enseñarle a mi hijo las clases que me estaban dando. Mi esposa me lo entregaba y así entramos juntos, mi hijo y yo, a unas galerías. Recuerdo que tres días a la semana tomaba en alquiler una PC a 5 soles por dos horas. Y yo veía a padres con hijos más grandes que estaban por allí sólo jugando. Y las chicas encargadas de la computadora me decían que era muy chiquito, que no iba a aprender. Y yo que decía, porque no se meten la lengua al Floppy. Contra todos los pronósticos mi chiquitín aprendió y logró una hazaña. Les cuento que me tomaron un examen final en el curso de computación y yo se lo propuse a él en el mismo día, igualito. Yo me había sacado 16 en el INEI, pues mi hijo se sacó nada menos que ¡ 19 ¡ Pues me emocioné y le dije que era un genio y lo abrazé repetidas veces. Luego fui para la casa para celebrar y para contar a todos esa hazaña. Inmediatamente me propuse como objetivo comprarme una PC y al poco tiempo les dí la sorpresa a mis hijos, traje a casa una Pentium I, MMX con procesador de 233 Mhz, con RAM de 32 Mb, con disco duro de 2 Gb, floppy, lectora de CD 32x, monitor de 14 pulgadas, con parlantes normales y una impresora de inyección de tinta. La locura se desató en casa, mis hijos hicieron una fiesta. Con los años reemplazé el disco duro por uno de 8 Gb y a su vez por otro de 20 Gb; y la memoria RAM la mejoré a 64 Mb. Es que mi hijo mayor ( ya les contaré en otra oportunidad ) poco a poco se iba interesando en diseño gráfico y necesitaba una máquina más potente. Yo iba por la avenida Wilson a conseguirles CDs educativos como la enciclopedia Encarta, "Cómo funcionan las cosas" y cómo también les gustaban los juegos pedí recomendaciones a Nilton, un proveedor de Wildson, sobre juegos de estrategia y me recomendó 2 juegos que nos marcaron la vida "Age of Empires" y "Comandos". Estos son juegos que yo recomiendo a todos los padres, no son sangrientos y no se trata de destruir por destruir ni ensañarse con el adversario. Con mi Mikhail hemos jugado mucho este juego y cuando hemos jugado yo me he involucrado totalmente. Y nunca he considerado que estaba perdiendo el tiempo cuando jugaba con él. Lo hacíamos los sábados de 10 de la noche hasta las 4 de la mañana. En ese entonces vivíamos en la calle Pastaza en Breña. Disfrutamos, nunca hasta el cansancio. Al final del juego comentábamos de las incidencias, nos criticábamos nuestras estrategias individuales y nos lamentábamos no haber escogido otras. Pocas veces perdimos, casi siempre ganábamos. Es cierto que nunca programábamos el nivel más difícil del juego, pero es que mi objetivo era disfrutar, no frustrarnos y jugar constituía la perfecta excusa para compartir momentos juntos. Eso no tiene precio. Después conversábamos acerca de " ¿ qué le faltaba a ese juego ?". Mikhail me dijo, le faltan mujeres, le falta que se alterne el día y la noche. Yo le comenté que faltaba que al ganar un curso de agua adquirieras más poder porque el agua es vital para la vida y que se ponga como alternativa la capitulación. En las siguientes versiones del juego, para mi satisfacción, incluyeron a mujeres, con lo que comprobé que mi hijo se adelantaba a innovaciones. Les diré que hasta hoy mi hijo me asombra cada vez porque me comenta cosas que van a inventarse y luego se inventan. Cuando tenía 7 años el sábado era un día sagrado para compartir. Yo llegaba de trabajar a las 3 de la tarde. Almorzaba y dormía una hora. Por reloj mi hijo me despertaba y me decía, pá vámonos de parranda. Y ¿ cuál era nuestra parranda ? Nos íbamos al Centro Comercial Arenales y tomábamos en alquiler por dos horas máquinas de Play Station y yo me sentaba a verlo jugar. Yo llevaba mi walkman con música instrumental suave y un libro para ir hojeando. A las 7 de la noche nos íbamos a Breña al karaoke Evers. Mikhail llegaba y le decía al discjockey, Rubén para mi papá la canción Burbujas de Amor y para mí la canción Reloj. Era un espectáculo verlo y oirlo cantar boleros. Y lo aplaudían, no sólo por ser el único niño que cantaba en ese momento sino porque cantaba bien. Pedíamos un cuarto de pollo y lo veía comer y compartíamos la dicha juntos. A las nueve de la noche me decía, vamos a comer anticuchos y una cuadra más allá recalábamos en una fonda que vendía vísceras : anticuchos, mollejas, hígado. Y pedía unos anticuchos y hablábamos de nosotros. Retornábamos a casa a las once de la noche nunca más felices. Esos eran nuestros sábados que yo recordaré para siempre mientras me quede un minuto de vida. Mamá Maruja me dijo, alfredito cuando tengas hijos vas a quererlos inmensamente. Son la definición de la felicidad para los padres. Y no se equivocó. Así, he querido cambiar al mundo, sembrando amor en mi familia, estoy seguro que mis hijos serán buenos padres y en el supuesto negado de que no se comporten como buenos padres yo tengo toda la autoridad moral para reclamarles. Espero ver a mis nietos y jugar juntos las tres generaciones. Y entre los 8 y 10 años lo acompañaba a dormir y cada noche le leía un capítulo de una obra literaria, es así que pudimos leer "Cien años de soledad", "Un mundo para Julius", "La fiesta del chivo". Él leería otras obras más aunque me ha confesado que esa no es su afición. Desde hace tiempo al salir de casa me despido con un gran abrazo y con un beso de mi hijo y le deseo que le vaya bien y que vaya con Dios. Al regresar lo abrazo, me acompaña a cenar y conversamos. Les contaré que hace 6 años, cuando ya se había ido mi hijo Elí a EE. UU. vendí nuestra primera PC y compré una Pentium IV de escritorio, con un procesador de 2.4 Mhz, con 40 Gb de disco duro, 256 Mb de RAM, con lectora y grabadora de CDs, con parlantes estéreo, con subwooffer, con un monitor convencional de 17 pulgadas y con una impresora multifuncional. Hasta que hace 2 años conversamos con mi hijo Mikhail acerca de repotenciar nuestra PC y concluimos que debíamos comprar una laptop. Así lo hicimos y adquirimos una laptop Toshiba con tecnología Centrino de 1.8 Mhz de procesador, con 1 Gb de RAM, con grabador de DVDs y tecnología inalámbrica que nos ha servido muchísimo para internet y para ahorrar espacio. Para esa época un super máquina, probablemente la más adelantada. Yo recomiendo a las familias que adquieran laptops por su movilidad y hoy con mayor razón porque han bajado tremendamente de precio. Ahora pueden adquirir una Toshiba ligeramente menos potente que la mía con formato Celeron con 1 Gb de RAM y grabador de DVDs a sólo 2000 soles y a crédito. A mí me costó a crédito muchas veces más. Y en esta navidad mi hijo mayor le ha regalado a Mikhail una HP pavilion con tecnología doble núcleo, con 250 Gb de disco duro, con 2 Gb de RAM, con tecnología inalámbrica, touch screen, reconocimiento de huella digital, grabador de DVDs y lightscribe. Con pantalla rotativa, entrada para dos micrófonos. Un máquinón, pero se justifica plenamente porque, el manejo de edición de gráficos y videos reclama la máxima potencia de una computadora y mi hijo menor también desea dedicarse al diseño gráfico. Bueno y yo me gané, la Toshiba quedó para mí. Mi hijo Mikhail ya está un joven, acaba de cumplir 16 años y sobretodo es un buen muchacho. No fuma, toma muy poco, es un buen amigo de sus amigos y es un buen hijo. Yo tengo mucha fe en que algún día inventará algo revolucionario. Me lo ha demostrado varias veces. La última hace 1 año, me dijo, pá un buen invento sería que cualquier televisor tuviera un slot para que se acoplen los Ipod o aparatos reproductores de MP4 y así en la televisión se verían horas de video según nuestro regalado gusto. Me pareció genial. Le comentamos por teléfono a mi hijo Elí y nos dijo que era muy difícil porque las frecuencias en las que trabajan los televisores y los Ipods son totalmente diferentes y que no le parecía. Pues, ¿ qué creen ? Un año después voy a la tienda Saga del Centro de Lima y, casi me caigo de espaldas, estaba en el mostrador y a la venta un televisor AOC de 21 pulgadas, LCD con un slot para Ipods. Llamé emocionado inmediatamente a mi hijo y le dije, eres un genio hijo lo que me dijiste se ha creado, quisiera tomarme unas cervezas contigo para celebrarlo. Por la noche abrazé a mi hijo y lo felicité. Él me comentó, pá en EE.UU. deseo trabajar en diseño gráfico para ganarme la vida pero mi verdadero sueño es entrar a una gran compañía al departamento de investigación y desarrollo y trabajar en prototipos, en nuevos aparatos. Ojalá que nuestro Dios le ayude a concretar sus sueños. Esa es parte de la historia de mi hijo menor. ( alfredo guerrón )